1) Respire profundo. Como al boxeador que hasta el banquito le sacan del rincón una vez que suena la campana, usted se enfrentará -sin nariz roja, maquillaje o disfraz-, a una multitud de unas diez personas o cien mil. 2) No puede haber en el mundo del teatro un número más arrogante: uno solo contra el mundo, presentándose con nombre y apellido y con una pieza escrita de su puño y letra. Su ego lo trajo hasta acá, no lo dude. Ahora, antes de subir, llévelo al camarín y péguele un tiro en la nuca. 3) Usted no cuenta chistes, así que no salga a buscarlos. Pregúntese por usted, por sus padres, por su trabajo, por qué el mundo es tan complicado y cruel y luego cuente todo eso del modo más descarnado. Recién entonces se encontrará con los chistes. 4) Tenga respeto por los oficios y profesiones. No se llame a sí mismo comediante ni permita que otros que se suben al escenario al igual que usted se lo digan. Si usted hizo un curso de tres meses y se sube de vez en cuando a un e
Blog de Gustavo Pérez