Para quienes no sepan de quién se habla, se trata de Marcel Marceau, un hombre que puso a hablar al mundo sin palabras, aquel que transmitió sueños en una escena sin necesidad de vocalizar o verbalizar sus textos. El amo de los mimodramas, definidos por el mismo como “la pretensión de ser un mero reflejo, una manera de transmitir la tragedia, la violencia, la injusticia, los placeres y todos los valores de la sociedad”, nació en Estrasburgo, Francia, y vivió la época de la persecución judía, por ser sencillamente judío. Marcel enfrentó la desgracia de la desaparición de sus padres en los campos de concentración, vivió un sueño de libertad al terminar la guerra y soñó en contar un mundo imaginario, a través de su cuerpo.
Marcel siempre fue un gran admirador de Chaplin, razón por la que entra a estudiar arte dramático, dándole nacimiento a “Bip”, el payaso con suéter a rayas y un maltratado sombrero de copa decorado con una flor (que representaba la fragilidad de la vida), y que se convirtió en su alter ego, similar al vagabundo de Chaplin. Las desventuras de "Bip" con todo lo que le rodeaba, desde mariposas hasta leones, barcos y trenes, en pistas de bailes de restaurantes, no tenían límites. El estilo de la pantomima de Marceau no ha tenido par, sus ejercicios silenciosos, que incluyen las clásicas representaciones de la caja, caminando en contra del viento, el hacedor de máscaras, en el parque y sátiras de todo tipo, desde escultores a matadores, han sido descritas como geniales.
Esa belleza artística es la que nos ha dejado, en nuestro recuerdo quedarán imágenes de un Marceau de los años '70 que pasan en televisión, unas fotos que se consiguen en la red y en aquellos que tuvieron la fortuna de verlo en escena, la alegría de poder decir “sí, es tan grande como lo cuentan”.
Adiós Marceau... un gran vacío ha quedado en las tablas, y tal vez nunca se llene.
Encontrarán aquí una entrevista a Marceau, antes de su partida.
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